19 mayo, 2011

CITAS Y RECORTES - 24

 

serie 22.5

“…

El poder pone siempre al alcance del guerrero un centímetro cúbico de suerte. El arte del guerrero consiste en ser permanentemente fluido para poderlo atrapar.

El hombre corriente es consciente de todo sólo cuando piensa que debería serlo; la condición de un guerrero, en cambio, es ser consciente de todo en todo momento.

La totalidad de nosotros mismos es algo muy misterioso. Necesitamos solamente una porción muy pequeña de esa totalidad para llevar a cabo las tareas más complejas de la vida. Pero, al morir, morimos con la totalidad de nosotros mismos.

Una regla básica para el guerrero es que toma sus decisiones con tanto cuidado que nada de lo que pueda ocurrir como resultado es capaz de sor­prenderlo; mucho menos, de menguar su poder.

Cuando un guerrero toma la decisión de pasar a la acción, debería estar dispuesto a morir. Si está dispuesto a morir, no habrá tropiezos, ni sorpre­sas desagradables, ni actos innecesarios. Todo encajará suavemente en su sitio porque no espera nada.

No hay manera de librarse de la autocompa­sión de una vez por todas. Tiene un papel y un lugar definidos en nuestras vidas, una fachada definida y reconocible. Así, cada vez que se pre­senta la ocasión, la fachada de la autocompasión se activa. Tiene una historia. Pero si uno cambia la fachada, cambia su lugar de prominencia.

Las fachadas se cambian modificando los ele­mentos que las componen. La autocompasión resulta útil a quien se siente importante y merece­dor de mejores condiciones y de mejor trato, o bien a quien no quiere hacerse responsable de los actos que lo condujeron al estado que suscitó su auto­compasión.

Cambiar la fachada de la autocompasión signi­fica sólo que uno ha asignado un lugar secundario a un elemento que antes era importante.

Un guerrero reconoce su dolor pero no se entrega a él. El guerrero que se adentra en lo desconocido no tiene el ánimo triste; por el contrario, está alegre porque se siente humilde ante su gran fortuna, porque confía en su espíritu impecable y, sobre todo, porque es plenamente consciente de su eficacia. La alegría de un guerrero le viene de ha­ber aceptado su destino y de haber evaluado en verdad lo que tiene delante.

…”

(Fin de las citas de Relatos de poder)

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