12 octubre, 2011

CITAS Y RECORTES - 32

 

DSCN0175

“…

Cuando se enfrentan a una fuerza superior con la que no pueden lidiar, los guerreros se retiran por un momento. Dejan que sus pensamientos corran libremente. Se ocupan de otras cosas. Cualquier cosa puede servir. Éste es el quinto principio del arte de acechar.

Los guerreros comprimen el tiempo; éste es el sexto principio del arte de acechar. Hasta un solo instante cuenta. En una batalla por tu vida, un segundo es una eternidad, una eternidad que puede decidir la victoria. Los guerreros persiguen el éxito; por tanto, comprimen el tiempo. Los gue­rreros no desperdician ni un instante.

Para aplicar el séptimo principio del arte de acechar uno tiene que aplicar los otros seis: un ace­chador no se coloca nunca al frente. Está siempre observando desde detrás de la escena.

Aplicar estos principios produce tres resulta­dos. El primero es que los acechadores aprenden a no tomarse nunca en serio: aprenden a reírse de si mismos. Si no tienen miedo de hacer el ridículo, pueden ridiculizar a cualquiera. El segundo es que los acechadores aprenden a tener una paciencia inagotable. Los acechadores nunca tienen prisa, nunca se inquietan. Y el tercero es que los acecha­dores aprenden a tener una inagotable capacidad de improvisación.

Los guerreros encaran el tiempo que llega. Normalmente encaramos el tiempo que se aleja de nosotros; sólo los guerreros pueden cambiar esta situación y encarar el tiempo a medida que avan­za hacia ellos.

Los guerreros tienen una sola cosa en mente: su libertad. Morir y ser devorado por el Águila no representa ningún desafío. En cambio, escabullir­se del Águila y ser libres es la mayor de las auda­cias.

Cuando los guerreros hablan de tiempo no se refieren a algo que se mide por los movimientos del reloj. El tiempo es la esencia de la atención; las emanaciones del Águila están compuestas de tiempo, y, propiamente hablando, cuando un gue­rrero entra en otros aspectos del ser, se está fami­liarizando con el tiempo.

Un guerrero ya no puede llorar, y su única expresión de angustia es un estremecimiento que le viene desde las profundidades mismas del uni­verso. Es como si una de las emanaciones del Águila estuviera hecha de pura angustia, y cuan­do golpea al guerrero, su estremecimiento es infinito.”

.

(Fin de las Citas de El don del Águila)

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario