“…
Cuando le conté a don Juan la dificultad de encontrar un profesor con quien trabajar, su reacción fue, a mi parecer, violenta. Dijo que era un verdadero pedo y cosas peores. Me dijo lo que ya sabía; que si no fuera tan tieso podría trabajar a gusto con cualquiera en el mundo académico o en el mundo de los negocios.
‑Los guerreros‑viajeros no se quejan ‑prosiguió don Juan‑. Toman todo lo que les da el infinito como desafío. Un desafío es eso, un desafío. No es personal. No puede interpretarse como maldición o bendición. Un guerrero‑viajero o gana el desafío o el desafío acaba con él. Es mucho más excitante ganar, así es que ¡gana!
Le dije que era facilísimo que él lo dijera, pero que llevarlo a cabo era otro asunto y que mis tribulaciones eran insolubles porque se originaban en la incapacidad por parte de mis congéneres de ser consistentes.
‑Los que te rodean no tienen la culpa ‑me dijo-. No tienen otra salida. La culpa es tuya, porque puedes contenerte, pero insistes en juzgarlos, desde un profundo nivel de silencio. Cualquier idiota puede juzgar. Si los juzgas, sólo puedes recibir lo peor de ellos. Todos nosotros como seres humanos estamos presos y es esa prisión la que nos hace comportarnos de tan mísera manera. Tu desafío es de aceptar a la gente como es. ¡Déjalos en paz!
…”
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(El lado Activo del Infinito – Carlos Castaneda – 1999)
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