27 agosto, 2015

Tramo 414



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“…
‑Los chamanes nunca dicen las cosas por decirlas ‑dijo‑. Tengo muchísimo cuidado de lo que te digo a ti o a cualquier otra persona. La diferencia entre tú y yo, es que yo no tengo nada de tiempo, y me comporto confor­me a eso. Tú, por otro lado, crees que tienes todo el tiem­po del mundo y también te comportas conforme a eso. El resultado final de nuestras dos formas de comportamien­to es que yo mido todo lo que digo y hago, y tú no.
Tuve que admitir que tenía razón, pero le aseguré que lo que me decía no me aliviaba mi confusión o mi tristeza. Solté entonces, sin dominio alguno, cada matiz de mis confusos sentimientos. Le dije que no venía en busca de consejos. Quería que me recetara una manera chamanística para terminar con mi angustia. Creí estar verdaderamente interesado en obtener de él algún rela­jante natural, un Valium orgánico, y se lo dije. Don Juan movió su cabeza, desconcertado.
‑Eres demasiado ‑dijo‑. En seguida me vas a pe­dir un medicamento chamanístico para quitarte todo lo que molesta, sin esfuerzo ninguno por tu parte; sólo el esfuerzo de tragar lo que se te dé. Entre peor el sabor, mejor el resultado. Ése es tu lema, el del hombre occi­dental. Quieres resultados: una pócima y te curas.
…”
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(El lado Activo del Infinito – Carlos Castaneda – 1999)
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