“…
Estaba en
Sonora, en casa de don Juan, profundamente dormido sobre mi cama, cuando me
despertó. Me había quedado despierto casi toda la noche reflexionando
sobre algunos conceptos que me había estado explicando.
‑Ya has
descansado bastante ‑me dijo con firmeza, casi bruscamente sacudiéndome por
los hombros-. No le des
rienda suelta al cansancio. Tu cansancio, más que cansancio, es el deseo de no
fastidiarte. Hay algo en ti que se ofende al sentirse fastidiado. Pero es
sumamente importante que exacerbes esa parte de ti hasta que se desmorone. Vamos a hacer
una caminata.
Don Juan
tenía razón. Había algo en mí que se ofendía
inmensamente al sentirse fastidiado. Quería dormir
durante días y no pensar más en los conceptos chamánicos de don Juan.
Totalmente contra mi voluntad, me levanté y lo seguí.
…”
(el lado activo del infinito,
carlos castaneda, 1999)
No hay comentarios:
Publicar un comentario