"...
Los chamanes se enfrentan a las
cosas de manera distinta ‑continuó don Juan‑. Como no tienen tiempo que perder, se entregan totalmente a lo que está
enfrente de ellos. Tu confusión es el resultado de tu falta de sobriedad.
No tuviste la sobriedad de agradecerle debidamente a tu amigo. Eso nos pasa a
todos. Nunca expresamos lo que sentimos, y cuando queremos hacerlo es
demasiado tarde porque se nos ha acabado el tiempo. No es sólo a tu amigo al
que se le acabó el tiempo. A ti también se te acabó. Le deberías haber dado las
gracias profusamente en Arizona. El se tomó la molestia de llevarte a todas partes,
y lo comprendas o no, en la estación de autobuses te dio lo mejor que tenía.
Pero en el momento en que deberías haberle dado las gracias, estabas enojado con él, lo estabas
juzgando, se había portado mal contigo, lo que fuera. Y entonces aplazaste
verlo. En realidad, lo que aplazaste fue el darle las gracias. Ahora estás
atorado con un fantasma en la cola. Nunca vas a poder pagarle lo que le debes..."
(el lado activo del infinito,
carlos castaneda, 1999)