22 junio, 2010

DETALLANDO: sombras de barro - 21

 

liber 1

Esa noche no pude dormir. Caí en un sopor liviano a la madrugada, hasta que don Juan me sacó de la cama, y me llevó a una caminata por las montañas. Donde él vi­vía, la configuración de las montañas era muy distinta a la del desierto de Sonora, pero me dijo que no me entre­gara a comparar, ya que después de caminar un kilóme­tro, todos los lugares del mundo son iguales.

‑Disfrutar del panorama es para gente que pasea en automóviles ‑dijo‑. Van a gran velocidad sin ha­cer ningún esfuerzo. Los panoramas no son para cami­nantes.

»Por ejemplo, cuando vas en coche puedes ver una montaña gigantesca que te abruma con su belleza. La vista de esa montaña no te va a abrumar de la misma for­ma si la ves mientras vas de a pie; te va a abrumar de otra forma, especialmente si debes escalarla o rodearla.

La mañana estaba muy calurosa. Caminamos por el lecho seco de un río. Una cosa en común entre este valle y el desierto de Sonora eran los millones de insectos. Los mosquitos y las moscas a mi alrededor parecían bombarderos suicidas que apuntaban a mi nariz, a mis ojos y a mis orejas. Don Juan me dijo que no les presta­ra atención a sus zumbidos.

‑No trates de espantarlos con tus manos ‑me lan­zó en tono firme‑. Intenta que se alejen. Forma una barrera energética a tu alrededor. Estáte en silencio, y desde ese silencio se construirá la barrera. Nadie sabe cómo se hace. Es una de esas cosas que los chamanes lla­man hechos energéticos. Para tu diálogo interno. Eso es todo lo que se necesita.

(continuará)

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